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Un cartel en el escaparate mostraba desde hace varios días la apertura de Flower Farm CBD en uno de los bajos de la rúa General Pardiñas, considerada como la milla de oro de Santiago.

Estos días era habitual ver a gente del barrio detenerse ante la puerta para intentar descubrir lo que se escondía detrás de los cristales empapelados que impedían ver el interior. «El mismo día que inauguré, la semana pasada, cuando llegué había una persona en la puerta esperando. Conocía el producto y quería comprarlo para su familiar, que sufre fibromialgia, porque aseguraba que le daría calidad de vida», comenta Alejandro Vázquez, un joven de Ponferrada que lleva diez años en A Coruña, donde cursó el ciclo superior de Actividades Físicas y Deportivas y el Grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, y que está al frente de este nuevo comercio en Santiago. El Flower Farm de Santiago de Compostela es la segunda franquicia en Galicia. «La primera fue en Baiona, pero había que abrir en la capital de Galicia y, a la hora de elegir ubicación, lo ideal es que fuera en un lugar muy visible».

Alejandro reconoce que este tipo de negocio precisa estar en una ubicación céntrica, porque «queda mucha labor pedagógica por hacer para desterrar mitos y dar a conocer las ventajas de los productos con alto contenido en CBD a partir del cáñamo industrial». Asegura que «quienes conocen los vaporizadores, los aceites y las flores reconocen sus ventajas», pero insiste en que aún quedan por desterrar estigmas negativos que se asocian a este producto. «No soy médico, y nunca diré que estos productos curan, pero sin ninguna duda aportan calidad de vida. Hay investigaciones científicas y clínicas que confirman el potencial del CBD como un tratamiento eficaz para el alivio de la inflamación, el dolor y la ansiedad siempre consultándolo con un profesional de la Medicina», sostiene. Alejandro, que estos días reconoce estar haciendo mucha labor divulgativa, apunta que los productos están fabricados en Italia «con la tecnología más avanzada, libres de pesticidas, herbicidas y sustancias conservantes».

Estos productos, recalca, son totalmente «seguros, legales y, por supuesto, están dentro de los márgenes legales que fija la Unión Europea, porque en España falta regulación. Las flores y la biomasa llevan, como dicta la ley, menos de un 0,2 % del cáñamo y no crean adicción». Alejandro confía en dar continuidad a su proyecto, y planea abrir otro comercio en Ponferrada en unas semanas. «Este producto es muy empleado en otros países, aquí hay que ir poco a poco», asume.